Indolencia, aislamiento, auto-adulaciones…son tantas las
muestras de ruptura en las relaciones humanas, que seguir enumerando sería tal
vez antojadizo y claramente insano…
La frivolidad ha ido tomando su espacio en la sociedad,
donde la aparente sabiduría se alcanza con un par de click, donde las propias
necesidades son resueltas ya no con sacrificio necesariamente, sino por el descarado
usufructo de los bienes y el trabajo ajenos.
El reconocimiento del esfuerzo y apoyo del prójimo se resume
enumerando unas cuantas y simples acciones, mientras se olvidan las grandes
obras de nuestros pares, aquellas que alimentan el alma y el espíritu, aquellas
desinteresadas que, preferentemente, pasan al olvido…
El pensamiento banal, frágil, carente de ideas, de
convicciones y pensamientos profundos, se refleja incuestionablemente en el uso
de nuevos canales de comunicación masivos, resumidos en pequeñas imágenes y palabras mal escritas
enviadas telefónicamente con el afán de emular, o tal vez evitar, el contacto
ocular y la comparecencia física, que obliga a asumir las causas de las propias
acciones, y la transparencia de las emociones.
La búsqueda constante de placer, confort, consumismo, y la
obediencia a los dictámenes de la moda, son muestra clara de que nuestra
sociedad se ha ido degenerando con el paso de los años.
Lamentablemente, esto
no es nada nuevo. Son tantos los que han puesto sus ojos en la restauración de
los principios humanos, que quizás pasan al olvido como si nos fuésemos acostumbrando
al zumbido de una mosca, o el tick tack del reloj…(antiguo instrumento análogo
de medición del tiempo, que hoy se ve reemplazado por ese mismo elemento que
reemplaza a las cuerdas vocales, la visión, el pensamiento, la creatividad…el teléfono)
Hay, por cierto, una salida, que no implica necesariamente
regresar a la edad de piedra y eliminar las tecnologías que podrían servir de
herramientas para nuestro desempeño…
Citar a nuestros maestros, en ocasiones, suena a veces como
un indicio de espiritualidad y crecimiento, pero sin duda, lo que más puede
acercarnos a la restauración de los valores de la humanidad es poner en
movimiento, y de manifiesto en nuestras acciones, lo que por generaciones nos
han mostrado nuestros padres, maestros y condiscípulos, “el pensamiento
correcto y la acción correcta”, todo lo demás, son solo palabras...banales habladurías...
DAVID MOISÉS ENOC
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